Fue el primer
instituto de educación preescolar, fundado en 1816 por el pedagogo Robert Owen, el cual,
impuso una serie de normas básicas que debían
seguir los maestros, como por ejemplo: no usar premios ni castigos (idea tomada
de Rousseau), no usar palabras destempladas (que en este contexto lo
interpretaríamos como falta de tacto o mesura al decir las cosas), no aburrir a
los niños e intentar que éstos fueran felices, etc.
Los principios que quería impartir Owen a los niños eran los
siguientes: obediencia, orden, regularidad, trabajo y atención constante,
dándoles, incluso, mayor prioridad, que a la lectura, escritura y el cálculo.
Además reconocía que cada niño tenía distintas aptitudes y cualidades.
Para que los niños llegaran a aprender, se hacía uso de
estrategias didácticas ingeniosas, como por ejemplo: ¿para aprender a sumar y a
restar?: Se empleaban pequeños bloques de madera; ¿para aprender a leer?: Se
empleaban tarjetas ilustradas; entre otras.
A parte, se creía que los niños debían tener un mínimo de
conocimientos religiosos, y para ello, compraban libros de cánticos y Biblias
para la escuela.
Por último, también se planteaban formas de
entretenimientos, como eran: el canto, la danza, el ejercicio físico, el
contacto con la naturaleza, etc. Para la realización de dichas actividades, los
niños se encontraban en el patio, todos juntos, hasta que, posteriormente, se
dividieron en dos grupos: de 2 a 4 años, y de 4 a 6 años, durante 3 horas.
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